El asesinato de Uriel Federico Cisneros (4) develó una macabra y sádica trama que estremece.
El brutal asesinato de Uriel Federico Cisneros (4) durante una ceremonia umbanda en septiembre de 2015 develó la forma en que se realizaban los macabros rituales sátanicos en el que las víctimas eran sometidas a estremecedores castigos.
Según informaron fuentes policiales, la “mae Rosa” llevaba a cabo los ritos en los templos ubicados en 12 de Octubre al 10.000 e Irala al 9.600. Allí la detenida realizaba sacrificios de gallinas y de diferentes animales, ofreciendo su sangre a los espíritus adorados por los participantes, siendo el más conocido “San La Muerte”. También se utilizaban diferentes restos humanos, como huesos o pelos, obtenidos del cementerio.
En los tramos más macabros de los rituales se le producían cortes a personas, especialmente a niños. “Supuestamente lo hacían para que los espíritus cumplan lo que les pedían. Los cortes y la sangre que brota se da como ofrenda, como también cabellos arrancados para la realización de maleficios”, reveló un investigador. Pero no sólo eso: un participante de los rituales contó que “a la víctima le daban de beber bebidas alcohólicas”.
Uriel Cisneros era llevado a estas celebraciones umbanda. El informe oficial de la autopsia donde se dieron a conocer los motivos de su muerte fue estremecedor. “El menor presentaba politraumatismos de diferentes datas hechos con palos, cortes con diferentes datas y en toda la superficie corporal, quemaduras con cigarrillos, quemadura con liquido caliente, desnutrición, infección en el labio superior y en el paladar con hongos no tratado, al menos dos lesiones anales profundas por empalamiento de larga data, lastimaduras en la raíz del escroto con corte profundo, habiéndose hallado cabellos largos y ondulados dentro del ano, presentaba infección pulmonar con petequias, asepsis, síntomas de maltrato crónico y posible abuso sexual…”, reveló el informe del forense Adolfo Peñeñory.
Una testigo que participaba activamente de los rituales contó que al nene de 4 años lo cortaron con un cuchillo y “bebieron la sangre como ofrenda al espíritu de San La Muerte”.